Siempre intento reflejar todo mi cariño en cada sesión, pero cuando se trata de fotografiar a mi familia el alma lo demuestro en cada imagen.
Esta sesión simplemente es especial, llevo fotografiando a mi sobrina desde que estaba en la barriguita de mi hermana, y cada día me hace más feliz, y es que esta pequeñaja me tiene loca y me ha robado el corazón desde que nació.
Cuando mi hermana me propuso hacerle fotos a Nerea pensé en un exterior, un parque donde ella diera rienda suelta a sus juegos, y se sintiera libre para correr y divertirse, y así lo hizo, no hacía falta llamarla para que mirara al objetivo, pretendía captar su mirada y su sonrisa, cada gesto que hiciera al natural sin indicaciones.
Por supuesto su mamá también tenía que salir en algunas imágenes, y estas instantáneas me encantan, una complicidad maravillosa entre madre e hija que es el reflejo de todo el amor que se puede dar a un hijo.
Gracias a las dos por hacerme tan feliz.