Una sesión especial en la que la felicidad y las risas nos acompañaron toda la tarde.
Cuando Antonio, el padre, me contrató me hizo mucha ilusión porque es un placer fotografiar a una gran familia como la que él tiene. Cuando conocí a su mujer, Lydia, me pareció una mujer maravillosa y me encantó que me dijera que deseaban unas fotos divertidas y naturales.
Con sus hijas disfruté muchísimo, al principio la mayor estaba cortada pero poco a poco se iba dejando llevar y le gustaba mirar a la cámara. Con la pequeña fue algo más complicado porque no me miraba al objetivo y tenía que ir captando su movimientos mientras jugaba con su hermanita.
Pero sin duda, gracias a estas dos artistas logré lo que estaba buscando, imágenes desenfadas y naturales. Una tarde amena en la que las risas nos acompañaron toda la sesión.
Gracias por confiar en mi.